miércoles, 26 de enero de 2011

AMPUTACIONES

Cuando tenía cinco años, debido a la diabetes agravada por testarudez, a su abuela Berta tuvieron que quitarle toda la pierna izquierda. Pero más horrible que la imagen que sin querer vio de su abuela desnuda, así, con apenas un tunquito de hueso forrado de pellejo guango pegado a la vulva canosa, era el llanto de la vieja despiernada: lloraba porque le dolían las uñas de ese miembro que ya ni estaba. Ya de adulto, la sola imagen de esos gritos rabiosos provocados por algo que no existía más, todavía le erizaba los pelos al pobre de Juan Rosario. Nunca desde la amputación volvió a acercarse a su abuela – según él, loca – con gusto ni con cariño. La abuela Berta, mujer agria y seca ya desde joven, lo maldijo varias veces entre dientes por sus desprecios hacia ella, dueña única de la casa donde vivían él y su madre, condenadatambién desde la concepción clandestina de donde salió el pobre Juan Rosario, siempre malquerido.


Siendo adolescente se hizo a sí mismo la disparatada promesa de nunca sentir algo que no existía, según él para no asustar a los demás. Quien sabe, sin embargo, si por justicia divina o por los malos deseos de la abuela, muy joven terminó como ella y hasta peor: borracho, sucio, maloliente, sentado en el callejón lleno de basura en donde vivía desde que la vieja muerta lo dejó sin nada; así, casi siempre bajo la mirada de nadie, se imaginaba viviendo en la casa majestuosa en la que creció, tomando el té que tan rigurosamente la abuela sin pierna acostumbraba a las cinco de la tarde, cuando en realidad estaba cagando en una esquina. No lloraba, eso sí, porque seguía sintiendo el calor de la casa y de la vida que le fueron amputadas gracias a un Notario como muchos.

3 comentarios:

  1. Tomen! Hijos mantenidos que creen tener la vida arreglada y hasta se atreven a maltratar a sus papás!

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  2. quisiera poseer las palabras adecuadas para la viceral sensacion que me provoco leer esto, creo que de un vergazo regrese a algunos recuerdos que habria preferido borrar, pero en vez de eso te digo que me encanto, por masoquista que pudiera sonar, me conmovio mucho

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  3. El destino de Juan Rosario paralela a la de la pierna. Destinado a ser la otra pierna de la abuela, a ser olvidado entre la basura.

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