lunes, 21 de marzo de 2011

domingo, 13 de marzo de 2011

JAMES BOND EN EL DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER 2011

Comparto un excelente video de dos minutos realizado especialmente para este Día Internacional de la Mujer recién pasado. En él, Daniel Craig, en su papel del 007, es obligado a reflexionar por M (interpretada por Judy Dench) sobre aspectos de equidad de género. El video fue dirigido por la artista Sam Taylor-Wood, escrito por Jane Goldman. A continuación transcribo el diálogo de M:

"We’re equals, aren’t we, 007? Yet it is 2011 and a man is still likely to earn more money than a woman, even one doing the same job. You have a far better chance of entering political office, or becoming a company director. As a man, you are less likely to be judged for promiscuous behavior, which is just as well, frankly. And hardly any chance of falling victim to sexual assault. And unlike the 30,000 women in the UK who lose their jobs annually due to pregnancy, there will be virtually no risk to your career if you chose to become a parent. Or, became one accidentally. For someone with such a fondness for women, I wonder if you have ever considered what it might be like to be one.

The world has changed. But the numbers remain stacked against us. Women are responsible for 2/3 of the work done worldwide, yet earn only 10% of the total income, and own 1% of the property. It’s not just about money and power. Every year, 70 million girls are deprived of even a basic education. And a staggering 60 million are sexually assaulted on their way to school. We’re afraid to walk the streets at night, yet some of us are even more afraid to return to our own homes. At least 1 in 4 are victims of domestic violence. And every week, two women in the UK are killed by a current or former partner. So, are we equals?

Until the answer is yes, we must never stop asking."




viernes, 11 de marzo de 2011

DE VIAJES ACCESIBLES Y OTRAS DELICIAS

TRANSCRIBO MI PRIMERA COLUMNA INDIVIDUAL EN LA REVISTA ENTREMUNDOS, DE XELA. AGRADEZCO A VALERIA AYERDI POR HABERME TOMADO EN CUENTA. EL TEMA DE LA EDICIÓN PARA LA QUE ESCRIBÍ ESTA COLUMNA FUE "VIAJES".

"Crecí en ese mundo clasemediero en que la mara no podía darse demasiado seguido – casi nada seguido, de hecho – el gusto de viajar. Salvo por el escaso par de ocasiones en que de niño y adolescente ese extraño monstruo llamado familia me pudo sufragar el lujito de darme la “obligada” vuelta por los castillos de la Cenicienta en California y Florida, en realidad casi no pasamos del eventualísimo viaje fronterizo para arriba, a México, o para abajo, a El Salvador, y de por sí también eso fue muy poco. Crecer, además, en los ochenta, con una guerra interna salvaje que poco a poco fue convenciendo al capitalino promedio de que el silencio y la quietud eran su mejor protección, tampoco me instaron mis padres ni a conocer el interior ni a interesarme siquiera por conocerlo, acostumbrándome a historias de peligro y pereza como justificación para quedarse encerrado en casa todos los fines de semana por los siglos de los siglos (amén).

Habiendo de algún modo, en los años de Universidad, despertado a una fase preliminar de conciencia de la realidad (preliminar porque todavía sigo descubriéndola), empezó la necesidad literal de viajar, tanto dentro como fuera de Guate, aunque esta necesidad casi siempre se vio – y se sigue viendo, por lo general – frustrada por esas barreras que en días de autoflagelación me gusta llamar tercermundistas, aunque seguro son tragedias globalizadas que afectan a cualquiera en cualquier país y no sólo a nosotros los pobres: la falta de pisto y la falta de tiempo, que, por lo general, se aparecen alternadas: cuando hay pisto no hay tiempo y cuando hay tiempo no hay pisto. A mis treinta y tres años, ya oficialmente instalado cómodamente en una clase media un poquito más acomodada que la de mis viejos – y eso sólo porque estoy soltero y sin güiros – sigo sin conocer Europa, aunque espero que ya pronto me pueda dar el tour ese que empiece en París y Roma, Andalucía y en Costa del Sol.

Todo esto, claro, no es para sonar al pobre quejumbroso que de por sí ya mucha gente piensa que soy, sino todo lo contrario: para compartir algunas de las distintas formas de viajar sin viajar que he ido descubriendo. Viajar sin viajar es primordial menester cuando uno vive en un país que, más que de primavera, es de eterna tristeza; una tierra bella que prefiere darle a su gente canciones de esperanzas falseadas en lugar de verdaderas esperanzas, porque es innegable que muchos guatemaltecos mueren a diario sin haberse podido dar cuenta que hay un mundo entero fuera de su campo de visión. Si literalmente hay millones que nunca irán ni a ver el mar, todavía son más los que nunca se sentirán libres para cuestionar su entorno ni sus posibilidades. Ya sólo con no ser de esos, es suficiente viaje, porque con conciencia el encierro es menos encerrado y el miedo se vuelve soportable y hasta a veces se convierte en valor. Ese viaje comienza, inevitablemente, con la lectura. No podemos liberarnos de las construcciones que este mundo nos impone sin leer y leer de todo: historia, filosofía y, qué fregados, hasta , entretenimiento y autoayuda. Y cine. Juro que ver buen cine, igual que leer un buen libro, es darle la visa al espíritu para que viaje libremente a ese País del Nunca Jamás que se llama SER UNO MISMO. Y no son pajas.

Pero, hablando de pajas, lo que quiero ahora es encontrar el modo de retorcer la realidad y convencer a mi mente de que el estarme rebalsando de los pantalones, así tipo cintura de cubilete, es un viaje vital que también vale la pena hacer."

A LA VERSIÓN ELECTRÓNICA DE LA REVISTA PUEDEN ACCEDER MEDIANTE ESTE LINK: http://issuu.com/entremundos/docs/viajes . ESTOY EN LA PÁGINA 8.

miércoles, 26 de enero de 2011

AMPUTACIONES

Cuando tenía cinco años, debido a la diabetes agravada por testarudez, a su abuela Berta tuvieron que quitarle toda la pierna izquierda. Pero más horrible que la imagen que sin querer vio de su abuela desnuda, así, con apenas un tunquito de hueso forrado de pellejo guango pegado a la vulva canosa, era el llanto de la vieja despiernada: lloraba porque le dolían las uñas de ese miembro que ya ni estaba. Ya de adulto, la sola imagen de esos gritos rabiosos provocados por algo que no existía más, todavía le erizaba los pelos al pobre de Juan Rosario. Nunca desde la amputación volvió a acercarse a su abuela – según él, loca – con gusto ni con cariño. La abuela Berta, mujer agria y seca ya desde joven, lo maldijo varias veces entre dientes por sus desprecios hacia ella, dueña única de la casa donde vivían él y su madre, condenadatambién desde la concepción clandestina de donde salió el pobre Juan Rosario, siempre malquerido.


Siendo adolescente se hizo a sí mismo la disparatada promesa de nunca sentir algo que no existía, según él para no asustar a los demás. Quien sabe, sin embargo, si por justicia divina o por los malos deseos de la abuela, muy joven terminó como ella y hasta peor: borracho, sucio, maloliente, sentado en el callejón lleno de basura en donde vivía desde que la vieja muerta lo dejó sin nada; así, casi siempre bajo la mirada de nadie, se imaginaba viviendo en la casa majestuosa en la que creció, tomando el té que tan rigurosamente la abuela sin pierna acostumbraba a las cinco de la tarde, cuando en realidad estaba cagando en una esquina. No lloraba, eso sí, porque seguía sintiendo el calor de la casa y de la vida que le fueron amputadas gracias a un Notario como muchos.