viernes, 11 de marzo de 2011

DE VIAJES ACCESIBLES Y OTRAS DELICIAS

TRANSCRIBO MI PRIMERA COLUMNA INDIVIDUAL EN LA REVISTA ENTREMUNDOS, DE XELA. AGRADEZCO A VALERIA AYERDI POR HABERME TOMADO EN CUENTA. EL TEMA DE LA EDICIÓN PARA LA QUE ESCRIBÍ ESTA COLUMNA FUE "VIAJES".

"Crecí en ese mundo clasemediero en que la mara no podía darse demasiado seguido – casi nada seguido, de hecho – el gusto de viajar. Salvo por el escaso par de ocasiones en que de niño y adolescente ese extraño monstruo llamado familia me pudo sufragar el lujito de darme la “obligada” vuelta por los castillos de la Cenicienta en California y Florida, en realidad casi no pasamos del eventualísimo viaje fronterizo para arriba, a México, o para abajo, a El Salvador, y de por sí también eso fue muy poco. Crecer, además, en los ochenta, con una guerra interna salvaje que poco a poco fue convenciendo al capitalino promedio de que el silencio y la quietud eran su mejor protección, tampoco me instaron mis padres ni a conocer el interior ni a interesarme siquiera por conocerlo, acostumbrándome a historias de peligro y pereza como justificación para quedarse encerrado en casa todos los fines de semana por los siglos de los siglos (amén).

Habiendo de algún modo, en los años de Universidad, despertado a una fase preliminar de conciencia de la realidad (preliminar porque todavía sigo descubriéndola), empezó la necesidad literal de viajar, tanto dentro como fuera de Guate, aunque esta necesidad casi siempre se vio – y se sigue viendo, por lo general – frustrada por esas barreras que en días de autoflagelación me gusta llamar tercermundistas, aunque seguro son tragedias globalizadas que afectan a cualquiera en cualquier país y no sólo a nosotros los pobres: la falta de pisto y la falta de tiempo, que, por lo general, se aparecen alternadas: cuando hay pisto no hay tiempo y cuando hay tiempo no hay pisto. A mis treinta y tres años, ya oficialmente instalado cómodamente en una clase media un poquito más acomodada que la de mis viejos – y eso sólo porque estoy soltero y sin güiros – sigo sin conocer Europa, aunque espero que ya pronto me pueda dar el tour ese que empiece en París y Roma, Andalucía y en Costa del Sol.

Todo esto, claro, no es para sonar al pobre quejumbroso que de por sí ya mucha gente piensa que soy, sino todo lo contrario: para compartir algunas de las distintas formas de viajar sin viajar que he ido descubriendo. Viajar sin viajar es primordial menester cuando uno vive en un país que, más que de primavera, es de eterna tristeza; una tierra bella que prefiere darle a su gente canciones de esperanzas falseadas en lugar de verdaderas esperanzas, porque es innegable que muchos guatemaltecos mueren a diario sin haberse podido dar cuenta que hay un mundo entero fuera de su campo de visión. Si literalmente hay millones que nunca irán ni a ver el mar, todavía son más los que nunca se sentirán libres para cuestionar su entorno ni sus posibilidades. Ya sólo con no ser de esos, es suficiente viaje, porque con conciencia el encierro es menos encerrado y el miedo se vuelve soportable y hasta a veces se convierte en valor. Ese viaje comienza, inevitablemente, con la lectura. No podemos liberarnos de las construcciones que este mundo nos impone sin leer y leer de todo: historia, filosofía y, qué fregados, hasta , entretenimiento y autoayuda. Y cine. Juro que ver buen cine, igual que leer un buen libro, es darle la visa al espíritu para que viaje libremente a ese País del Nunca Jamás que se llama SER UNO MISMO. Y no son pajas.

Pero, hablando de pajas, lo que quiero ahora es encontrar el modo de retorcer la realidad y convencer a mi mente de que el estarme rebalsando de los pantalones, así tipo cintura de cubilete, es un viaje vital que también vale la pena hacer."

A LA VERSIÓN ELECTRÓNICA DE LA REVISTA PUEDEN ACCEDER MEDIANTE ESTE LINK: http://issuu.com/entremundos/docs/viajes . ESTOY EN LA PÁGINA 8.

2 comentarios:

  1. Me identifico tanto con el párrafo de: "Crecer, además, en los ochenta,...

    "Amén....así fué"

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  2. Perfecto. Muy bien, felicitaciones, colega. Así fue y así es, para muchos de nosotros. Por eso la única escapatoria accesible es la lectura, y la única venganza, la escritura, la pintura, la música, en fin...ya ustedes entienden.
    Raúl

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