martes, 12 de octubre de 2010

EL RECUENTO DE LOS DAÑOS

Ahora que todo terminó, sé que quizá terminó sin haber de verdad empezado, si es que eso tiene sentido. Todo está como nublado y de momento sólo recuerdo todo lo que él no sabía: No sabía ser amigo, no sabía ser amante, no sabía ser pareja. No sabía besar ni dejarse besar; no sabía abrazar ni recibir un abrazo. No sabía aconsejar ni aceptar consejos. No sabía decir la verdad, pero tampoco era bueno para decir mentiras, aunque las decía mucho y muy seguido. No sabía el verdadero significado de decir te amo y todo lo que eso implica, ni sabía tampoco distinguir cuando lo escuchaba y era verdad. No sabía ahorrar ni apreciar un trabajo. No sabía en realidad cómo realizar por sí sólo el trabajo al que se dedicaba. No sabía estudiar ni disfrutar la lectura, aunque no es que lo intentara, tampoco. No sabía ver cine. Reía y lo disfrutaba, pero no es que supiera de verdad reír. No sabía beber, aunque creía saberlo; pero beber tanto no es saber beber. No sabía disfrutar la comida sin sentirse culpable y enojado después de hacerlo. No sabía acariciar. No sabía bromear. No sabía ser amable ni cortés ni agradecido. No sabía ser considerado ni generoso. No sabía ser sensible. No sabía saludar ni sabía despedirse, menos si era para siempre. No sabía empezar una relación y menos cómo terminarla: empezamos cogiendo, pero eso también fue mi culpa. No sabía ser tierno sin sentirse cursi. No sabía de la importancia de un eufemismo. No sabía ocultar su necesidad de llamar la atención y de sobresalir. No sabía si realmente era especial u ordinario. No sabía llorar ni tampoco recordar sonriendo. No sabía hacer el amor ni sabía tampoco que el sexo es mejor dosificado y no con cualquiera, y que hacerlo con muchos no significa ser más atractivo y de esa forma nos conocimos. Él no sabía que todo lo que no sabía era obvio para algunos, sobre todo para mí. No sabía que no se debe ser cruel después de cagarse en el corazón de alguien. Seguro nunca sabrá, tampoco, que su no saber dejó la marca de un puñetazo tatuado en mi tetilla izquierda. Y duele; duele ahora que todo terminó quizá sin haber de verdad empezado, si es que eso tiene sentido.

8 comentarios:

  1. Que "calidad" de ser humano el que no sabía nada. Aunque se sienta como puñetazo, a la larga estás mejor sin el, y él está mal por que no puede deshacerse nunca de su propia compañía.

    ResponderEliminar
  2. ¡Muchas gracias por leer y comentar!

    @ANONIMO: La preferencia sexual creo que no importa para efectos de lo que escribo: es ficción; algunos de mis cuentos tienen narradores y/o personajes heterosexuales, otros homosexuales, otros asexuales; incluso alguna vez escribí sobre una mujer enamorada de un rábano...

    @MISS TRUDY: Algunos de los sentimientos son reales y los experimenté, aunque no necesariamente juntos ni derivados de algo como lo que describe el texto. Tomo como un halago, sin embargo, que lo que escribí se sienta visceral y entendás lo que quise expresar con este trabajito de ficción...pero en realidad no me gusta utilizar un blog a modo de diario sentimental y no lo haría, tampoco

    ResponderEliminar
  3. No sé pero se me hace que sos un gran gay y plasmas en tus cuentos toda tu mariconada

    Atte...Juan Pablo García.

    ResponderEliminar
  4. Lindo Pensa, lindo en verdad.


    Carlos

    ResponderEliminar
  5. ¡Gracias, Carlos! Por leer y por comentar...las críticas también son bienvenidas

    ResponderEliminar