jueves, 8 de mayo de 2014

MARCHA POR "LA VIDA" Y "LA FAMILIA"

Pese a su nombre tan bonito y los eufemismos descriptivos medianamente bien pensados (en principio, ¿quién diría que no a manifestarse “por la vida” y “por la familia”?) la marcha del domingo no hace sino señalar la profunda e imperdonable desconexión entre quienes la organizan, impulsan y apoyan, y la realidad nacional. Esta marchaal final de cuentasno surge de preocupación “por la vida” de esos 18 muertos diarios por actos violentos ni “por la vida” del 50% de niños guatemaltecos que viven crónicamente desnutridos ni “por la vida” de esos miles de seres que dependen de un sistema de salud pública que carece hasta de agua y jabón; eso, que no es nuevo, pela y por eso nadie marcha – ni nosotros, vaya. El término “por la vida” en realidad se está usando, como suele usarse en muchos otros paísespara pronunciarse contra el aborto; es decir, su rollo es pro-nacimiento y con el nacimiento acaba. La calidad de vida de los niños desde recién salidos de la vagina hacia adelante ya no es preocupación de esta mara que, tampoco es de extrañarse y me atrevo a generalizar, luego suele abanderar la consigna de que los pobres son pobres porque quieren y que las indias irresponsables andan pariendo cuanto hijo De igual forma, el término “por la familia” aquí implica tratar de borrar de un pijazo las fundamentales luchas civiles de los últimos cincuenta años, mismas que hoy permiten a las mujeres [tratar de] desarrollarse plenamente como los seres humanos independientes y autónomos que son y a las personas no heterosexuales [tratar de] tener una vida lo más “normal” y sana posible, incluyendo vivir su sexualidad sin secretos, casarse y tener hijos, si es que se les ronca la gana. Entender a la familia bajo conceptos cuasivictorianos no es algo positivo, vaya; y menos cuando en las sociedades desarrolladas –entendiéndose eso como aquellas tan lejanas que sí estimulan el sentido crítico de sus miembros– lo que está ocurriendo es, precisamente, lo antónimoEsa sola noción de que familia es un concepto unívoco, cerrado e invariable que gira en torno no solo a la heterosexualidad sino también a los roles clásicos de género y, peor aún, a la noción romántica cristiana de “unidos para siempre” desecha automáticamente tanto la plenitud y felicidad con que pueden vivir las personas cuyas familias no se restrinjan al concepto clásico, como la infinidad de vergueos que pueden surgir en una familia tradicional (¿Le suena a alguien el nombre Roberto Barreda?). Como bien decía Marisa Carrascosa ayer en Plaza Pública, “la entidad que está encabezando el movimiento poco reflexiona sobre el daño que sus mensajes pueden causarle a los niños que no tienen esa familia tradicional que ellos consideran es la única. Esos niños son la mayoría, no la minoría en Guatemala.” Pero la desconexión más visible, me parece,  viene de que en un momento en que la coyuntura social, política, económica y cultural es la que es, esta gente decida que lo prioritario es marchar contra el aborto, contra la homosexualidad y contra los hogares monoparentales. Es decir, ¿acaso hay alguna iniciativa de reforma constitucional de la que no nos hayamos enterado? ¿o de reforma al código penal, al código civil o a la ley de desarrollo social? Porque la constitución desde 1985 establece en su artículo 3 que “el estado garantiza y protege la vida humana desde su concepción, así como la integridad y la seguridad de la persona.” (menos mal se nos protege la integridad y la seguridad o quién sabe cómo estuviéramos, por cierto…) y, para reformar ese artículo se requiere Asamblea Nacional Constituyente con elecciones y toda la cosa…Y en el código penal hay todo un capítulo delictivo dedicado al aborto… Y en el código civil y la ley de desarrollo social queda claro, bien claro, que tanto el matrimonio como la unión de hecho se contemplan exclusivamente para personas heterosexuales, hombre y mujer (así, bien bíblico)¿Es acaso inminente y certero el riesgo de que estas disposiciones cambien en el corto plazo? ¿Irá a autorizarlas de urgencia el congreso tal como autorizó hace un par de semanas la ley que permite a las telefónicas instalarnos antenas en el patio cuando lo crean conveniente sin que tengamos opción a negarnos? Por otro lado, ¿están paralelamente los organizadores de la marcha impulsando algún tipo de actividad o estudio para analizar y descubrir la tasa de las razones para los abortos quepor supuestose dan en Guatemala? ¿Se está buscando alternativas para las mujeres que por el motivo que sea deciden que un aborto es lo que les conviene? ¿Ya le pidieron a la conferencia episcopal de guatemala que desentrampe el reglamento de la ley de planificación familiar que lograron sabotear a nivel de gobierno desde 2009 al punto que de ser electa Baldetti dijo que no lo promovería sin su bendición? ¿O planean que para que haya menos abortos el pueblo opte nada más por la abstinencia? ¿Se propone algún tipo de apoyo, al menos psicológico, para hacer  más llevaderas las dificultades económicas que por razones prácticas supone un hogar monoparental, sobre todo cuando la cabeza es una madre y las mujeres ganan menos que los hombres solo por el hecho de ser mujeresMientras la respuesta a estas preguntas (y a otras similares que puedan surgir) sea un inequívoco “no”, la marcha del 11 de mayo no responde a una preciosa y angelical moral, muchá, sino a la clásica y vulgar moralina. Y aunque suelo detestar la frase, me parece que aquí sí cabe usarla: esta marcha critica, pero no propone.